jueves, 26 de julio de 2012

SIRIA VI: DAMASCO.

DAMASCO

Conocida desde el año 2500 a. C., es la ciudad más antigua que ha sido habitada ininterrumpidamente.
La capital de Siria conoció diversas épocas de oro: en el siglo VII, por ejemplo, cuando dejó de estar en manos de la Roma de Oriente, Bizancio y pasó a ser la sede de un imperio musulmán; de aquella época es la mezquita de los Omeyas.






Se destaca Damasco por ser un lugar que aún no ha sido invadida por el turismo mundial y es por eso que podemos recorrerla y visitar sus rincones sin esa carga extra que suponen los tumultos de gente, o colas interminables al momento de visitar una mezquita, un museo, una calle, un monumento.






Damasco fue confiada en 1078 por el sultán selyúcida Malik Shah I a su hermano Tutush I, quien a continuación conquistó Alepo y se proclamó sultán selyúcida de Siria. A su muerte, sus emiratos se repartieron entre sus dos hijos, que se detestaban. Siguió a ello la rivalidad entre los dos emiratos que continuó durante mucho tiempo hasta la extinción de la descendencia de Tutush I. Durante un largo período Damasco prefirió aliarse con el Reino de Jerusalén contra Zengi, pero el ejército de la Segunda Cruzada la asedió, y Unar, el emir de Damasco, solicitó ayuda a Nur al-Din y a Sayf al-Din, hijos de Zengi, que consiguieron que los cruzados levantaran el sitio. Tras la muerte de Nur al-Din cayó bajo el control de Saladino. Después de la muerte de éste, el emirato de Damasco estuvo en ocasiones ligado a Egipto, y finalmente fue destruido por los mongoles.
Tuvo otra edad de oro en el siglo XIII, aunque ya cien años antes, cuando Jerusalén cayó en poder de los cruzados, la ciudad se había transformado en un sitio de resistencia islámica frente a los embates del “ejército de Dios”.
Pasaron los mongoles y los mamelucos y en el siglo XVIII, ya en poder de los turcos del Imperio otomano, recobró el brillo que se había opacado un poco. De aquella época datan decenas de palacetes y residencias magníficas, nada ostentosas en el exterior pero lujosas puertas adentro.
Mucha historia cruzó por Damasco, ciudad que, además, fue durante siglos un punto obligado de reaprovisionamiento y descanso para las caravanas de veinte mil personas y diez mil camellos que iban camino de la sagrada Meca; todavía faltaba un mes por el desierto.






La Ciudad Antigua


La Ciudad Antigua de Damasco fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. Ocupa una superficie de 135 hectáreas y estaba rodeada por una muralla romana, de la que perduran los lados norte y este y parte del lado sur. Se conservan ocho puertas, de las que la más antigua, Bab Sharqi, se remonta al período romano. En el sentido de las agujas del reloj, empezando por el norte, son:

  • Bab al-Faraj (Puerta de la liberación),
  • Bab al-Faradis (Puerta del paraíso),
  • Bab al-Salam (Puerta de la paz), como las dos anteriores, en el lado norte de la muralla;
  • Bab Tuma (Puerta de santo Tomás), en la esquina nordeste,
  • Bab Sharqi (Puerta del este),
  • Bab Kisan, en el sureste, por donde, según la tradición, San Pablo huyó de Damasco, descendido de las murallas en un cesto; en esta puerta, hoy cerrada, existe una capilla que recuerda el suceso;
  • al-Bab al-Saghir (Puerta pequeña), en el lado sur,
  • Bab al-Jabiya, en el suroeste, a la entrada del zoco Midhat Pasha.
Aunque la ciudad aún conserva vestigios romanos y bizantinos, la mayor parte de los 125 edificios y monumentos incluidos en la declaración de la UNESCO corresponden al arte islámico.


En primer lugar, destaca la Mezquita de los Omeyas, construida en el siglo VIII (hacia 705), uno de los lugares santos del Islam. El inmenso patio de 122 metros de largo, tapizado de lozas que pertenecieron a un monumento romano, ofrece varias exquisitas decoraciones. Entre ellas, la del tesoro, una construcción que se yergue sobre columnas y que se utilizaba para almacenar el oro del Estado.



La sala de oración de la mezquita contiene una tumba, la de Juan Bautista, caso excepcional en el Islam y vestigio de la antigua basílica de san Juan Bautista.


Según la tradición local, el minarete más alto de la mezquita, llamado minarete de Jesús, marca el lugar donde el Mesías volverá a la tierra el día del Juicio final..
Situada en la ciudad vieja de Damasco, después de la conquista árabe, la mezquita fue construida por el califa omeya Walid I en el año 705, tras diez años de construcción, sobre la catedral bizantina dedicada a Juan el Bautista desde la época del emperador romano Constantino I. Tiene una capilla que dice contener la cabeza de San Juan el Bautista (Yahya), considerado como profeta, tanto por el cristianismo como por el islamismo. Este edificio, habría ocupado un anterior templo romano dedicado a Jupiter Damascenus, originalmente el dios sirio Hadad, y modelo del templo del Sol (Palmira).
Existen también importantes referencias dentro de la mezquita para los chiítas, como el lugar donde se conserva la cabeza de Huséin bin Alí, nieto del profeta Mahoma, expuesta por el califa Yazid I.



Los muros externos provienen del antiguo templo de las épocas aramea y romana. Notablamente se pueden observar en los muros externos ornamentos e insignias griegas. Asimismo, se conservan en buen estado algunas columnas del templo, principalmente en la parte oeste, en la plaza enfrente de la mezquita.








La mezquita tiene unas dimensiones de 157 x 97 m. Por su forma de construcción recuerda a una basílica católica. Es uno de los ejemplos más sobresalientes de la arquitectura islámica antigua, utilizando la piedra como material de construcción. Tiene cuatro puertas, una cúpula y tres minaretes, estos últimos construidos posteriormente en un estilo diferente
Su planta combina la disposición hipóstila, reaprovechando muchas columnas romanas, con una nave central que conduce al mihrab. Dispone una espaciosa sala de oraciones con imponentes arcadas, dos alas laterales y un gran patio interior de mármol con tres pequeños pabellones: el Tesoro, el Pabellón de los Relojes y el Pabellón de las Fuentes. En la amplia sala de oración (145 m de largo), con la cúpula al-Nissr de 45 m de altura, se encuentra el santuario de Juan el Bautista, venerado igualmente por cristianos y musulmanes y, según la leyenda, en el sepulcro de mármol reposa la cabeza de este profeta.



La mezquita está decorada con mosaicos coloridos, que fueron terminados por maestros bizantinos. Especialmente espléndidos son los mosaicos en las paredes que representan el Edén.




También es famosa por albergar el mausoleo del sultán Saladino, que se encuentra en un pequeño jardín contiguo a la pared norte de la mezquita.





En el sepulcro de mármol hay una inscripción en árabe que reza: “Aquí descansan los restos de Saladino, quien liberó a Jerusalén de los infieles”.









El zoco de Al-Hamidiyya es una meca para turistas, empleados de embajadas y funcionarios de Naciones Unidas. Una cubierta alta de acero, al estilo de una galería parisina, cubre los negocios familiares de souvenirs, al principio, ropa barata, después, y coranes y rosarios al final, justo a la llegada a la mezquita Omeya y bajo los restos de la puerta del templo dedicado a Júpiter. «Desde hace cinco años hay cada vez menos europeos y americanos, sólo árabes y más árabes y ellos saben, como nosotros, que para comprar es mejor salir de esta parte del zoco», asegura Jalid, vendedor de textiles en una de las primeras tiendas de Al-Hamidiyya.











 Una buena visita también es la de la mezquita de la sobrina del profeta, de ámbito chii, más conservador, de estilo más oriental, más similar a la zona de Irán o India, donde los fieles son más vehementes y la separación de sexos en el culto es imprescindible.







En el barrio Cristiano se percibe ese ambiente  relajado en el que encontramos caminando por sus callejuelas adyacentes a la mezquita de los Omeyas, la Capilla de Ananias y decidimos visitarla. Se encuentra ubicada en la casa de Ananias, un Cristiano que ayudó a San Pablo a recuperar su visión y lo ayudó a convertirse en Cristiano.
Tiene un nivel subterráneo de cinco metros, la Iglesia es supuestamente el sótano de la Casa de Ananias, pero más probablemente es construido en el nivel de la calle romana. La iglesia, que ha sido restaurada muchas veces, es la única casa paleocristiana de adoración a partir del primer siglo para sobrevivir en la ciudad. Una estructura simple que consiste en dos pequeños cuartos con paredes desnudas de piedra, sólo un altar, algunos iconos y unos bancos de iglesia.




En la puerta de entrada al barrio cristiano se puede visitar la capilla levantada en este sitio debido a que se supone que fue donde San Pablo fue tirado del caballo, momento en el que se convirtió en uno de los padres de la Iglesia católica, pudiendo verse una estatua representativa de este hecho.












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